Generalmente, cuando algún niño o niña hace berrinches, los adultos nos bloqueamos y no sabemos cómo reaccionar ante ellos. Es ahí cuando se activan los patrones aprendidos en la infancia y terminamos haciendo cosas extrañas de las que quizás nos podemos sentir culpable después. Por eso, en este blog te queremos compartir el factor fundamental de “qué hacer contigo” cuando tu hijo o hija tenga una rabieta. ¿Quieres saber más al respecto? Sigue leyendo o aprende más del tema con nuestra Maestría en Coaching y en Inteligencia Emocional.
Índice de contenidos
¿Qué hacer con los berrinches?
Para empezar a gestionar mejor los arranques de tus hijos, primero identifica cómo has reaccionado hasta ahora cuando tienen berrinches. Pregúntate qué haces y, lo más importante, cómo te sientes en esos momentos, qué piensas y cómo reacciona tu cuerpo. Observarte como si lo estuvieras viendo desde afuera y fueras registrando todo el proceso. Esto es fundamental para poder analizar qué pasa y cómo empezar a hacer algo contigo y, ya después, qué haces con tu hijo.
Realmente, el berrinche es una oportunidad, y te recomendamos que lo veas como un momento ideal para enseñar a tus hijos cómo autoregularse. Es decir, entrar en calma, relajarse y aumentar así, su inteligencia emocional.
¿Qué son los berrinches?
El siguiente paso es comprender la naturaleza de los berrinches. Esto quiere decir que es muy importante que tengas en cuenta que las rabietas no son tu culpa. Seguramente, siempre intentas evitar que surjan y se descontrolen, sin embargo, el cerebro de tu hijo esta en crecimiento y como parte de él están los berrinches.
También, es esencial saber que estas reacciones no son manipulaciones. Son, en todo caso, la respuesta a algo que necesita y no lo está recibiendo, esto puede ser descanso, atención o relajación. Ten en cuenta que los niños requieren rutinas, cierta calma, dormir bastante, ser vistos y espacios para liberar su energía. Si todo esto se ve limitado, los entretenemos con mucha televisión, los llenamos de azúcar, no atendemos sus necesidades y lo juntamos con un cerebro en crecimiento, habrá una reacción. Básicamente, sí o sí, tu hijo llorará y hará berrinches.
En verdad, lo que debes recordar siempre que puedas es no sentirte culpable cuando tu hijo esté en este estado. Poco a poco quita tu enojo y comprende de dónde viene la desesperación del niño. Así, quitarás presión sobre ti y te podrás enfocar en las soluciones.
¿Qué hacer ante una rabieta?
Como te hemos dicho, las rabietas pueden ser una oportunidad de aprendizaje para niños y niñas. Estos momentos te ayudarán a transformar toda tu perspectiva para que puedas estar más en paz mientras suceden. Para ello, te dejamos algunos pasos que puedes seguir cuando surja algún berrinche.
- Acepta que el berrinche está sucediendo, no lo tomes personal, recuerda que en esa etapa de la infancia es normal que haya berrinches. Así que, aprovecha la situación para empezar a practicar juntos la autoregulación.
- Registra y percibe cómo te estás sintiendo tú en ese momento. Y después, activa un mecanismo de relajación para ti, ya sea respirar, contar hasta 10, etc.
- Observa la conducta de tu hijo o hija activando la comprensión. Esto quiere decir que la empatía juega un papel importante aquí, te ayudará a compadecerte de él y saber que la está pasando mal y que no puedes razonar con él. Lo que sí puedes hacer, es decirle que entiendes su motivo de estar así, aunque no sea lógico para ti como adulto.
- Dile lo que le está pasando, por qué le está pasando, y lo que está sintiendo, que es lógico que se sienta así. Dale permiso de llorar y patalear, pero siempre poniendo el límite en cuanto a lastimar a otros.
- Activa un mantra de apoyo: “seré paciente en esperar que esto pase, no me importa lo que piensen los demás de mi, no soy mala madre, no soy mal padre, todos los niños tienen berrinches, quien me juzgue es su problema, me enfocaré en ver qué necesito yo y mi hijo para estar más tranquilos”.
- Si el berrinche se alarga, trata de llevar a tu pequeño a un lugar tranquilo y privado. Puede que lo tengas que cargar y ser un poco firme pero siempre con cariño y paciencia le dirás: “te voy a cargar y vamos a ir a otro lugar para estar más tranquilos”. No lo empujes, no lo jales, no lo lastimes. Si ves que se acelera más, entonces te quedas junto con él.
- Si tu hijo o hija te lo facilita, tómale de la mano o intenta abrazarlo. Haz contacto físico y sigue siendo empática o empático, exprésale tu cariño y llega a una conclusión de ese momento invitándole a hacer algo juntos.