Existen diversos métodos eficaces para ayudar a gestionar las emociones de los niños impulsivos. Uno de ellos es la técnica de la tortuga, una herramienta que aporta muchos beneficios en su aplicación en la etapa infantil. Hoy te contamos sobre cómo trabajar con este método y todas sus ventajas. Así que, sigue leyendo o consulta nuestra Maestría en Crianza y Desarrollo Emocional Infantil y amplía tus conocimientos en el tema de manera profesional.
Índice de contenidos
¿Cómo se trabaja la técnica de la tortuga en niños impulsivos?
Los berrinches o pataletas son una clase de respuesta típica en los pequeños que, si no se aprenden a controlar, puede traer conductas impulsivas a largo plazo. Por ello, es fundamental que desde desde las primeras etapas se enseñe a manejar las emociones, sobretodo cuando son agresivas.
La técnica de la tortuga es una manera muy útil para aprender la idea de autocontrol desde la infancia. Básicamente, consiste en imitar la conducta de la tortuga que será el personaje principal de una historia con la que el niño aprenderá a manejar situaciones complicadas. La intención es que el pequeño aprenda a observar su respiración para disminuir el grado de desesperación o nerviosismo que le sobrepasa. Gracias a esta técnica, los niños impulsivos pueden dirigir su conducta descontrolada a un estado de tranquilidad y calma.
Otras técnicas eficientes que promueven el autocontrol en los niños son los que usan la metáfora o el juego. Gracias a estos métodos es más sencillo desarrollar la empatía a nivel cognitivo y conductual.
Pasos para aplicar la técnica de control de impulsos
La técnica de la tortuga es apta para niños de cualquier edad. No obstante, se trata de una herramienta que se dirige principalmente a los menores de entre tres y ocho años. Este método de autocontrol consta de tres fases: detenerse, entrar en calma y buscar una solución. A continuación, te explicamos cómo aplicarlas.
Aprender la historia de la tortuga
Lo primero que hay que hacer al aplicar la técnica es conocer el cuento de la tortuga. Mediante la historia, los niños impulsivos pueden sensibilizarse con su protagonista y obtener las habilidades de resolución que se expresan en la narración. A través de ellas, el niño se dará cuenta cómo la tortuga aprende a controlar sus acciones en diversas situaciones.
Para que los pequeños aprendan más, puedes comparar ciertas conductas del niño con las de la tortuga para que comprenda la importancia y los buenos resultados de saber manejar sus sentimientos.
Imitar el comportamiento del personaje
Cuando el pequeño sepa la historia de la tortuga ya podrá identificar sus emociones y controlar sus impulsos cuando lo requiera. En ese momento, cuando el niño sienta una emoción que no sepa gestionar, al decirle la palabra “tortuga”, pueda actuar en consecuencia. Así, empezará a cerrar los ojos, bajará la cabeza entre los hombros con los brazos pegados al cuerpo, imitando a una tortuga en su caparazón. Al mismo tiempo destensará los músculos y tomará consciencia de su respiración para frenar y calmarse.
Lo que se pretende con esto es que cuando el niño esté muy nervioso o con rabia, al escuchar “tortuga” sepa detenerse y reflexionar con calma. Aunque no lo creas, este ritual puede canalizar las emociones del pequeño.
Reconocer la conducta esperada de los niños impulsivos
En la fase final es básico valorar el esfuerzo del niño y felicitarle por su gran trabajo. De esta manera, le motivaremos a seguir mejorando la gestión de emociones y a adoptar cada vez más una conducta de autocontrol.
Más allá de elogiarle por su buen comportamiento, lo mejor es hablar con él para saber cómo se ha sentido, qué es lo que le provoca enfado o nervios. Asimismo, es importante conocer si la técnica de la tortuga le ayuda a manejar sus impulsos.