La psicología emocional nos ayuda a conseguir la mejor versión de nosotros mismos, puesto que focaliza la atención en el desarrollo de la inteligencia emocional. Es fundamental desarrollar estas competencias socio-emocionales en las etapas de la infancia y la adolescencia para que niños y adolescentes se forjen un carácter emocionalmente fuerte. Es decir, que sepan reconocer, detectar y gestionar sus emociones y también las de quienes les rodean. ¡Ah! Y si quieres convertirte en un experto en el tema, no te pierdas nuestra Maestría en Pedagogía y Psicopedagogía Clínica + Máster Coaching e Inteligencia Emocional Infantil y Juvenil.

En este post te ofrecemos algunos consejos diseñados especialmente para niños y adolescentes. Además de instructivos, son muy divertidos. ¡Toma nota!

Dinámicas para desarrollar la inteligencia emocional en los niños y los adolescentes

1. Nombre y cualidades

Ya sabes que la confianza en uno mismo es propia de las personas emocionalmente inteligentes, así que es importante trabajarla desde una edad bien temprana. Una manera de hacerlo es con el autoconocimiento.

El ejercicio consiste en indicarles a los participantes que anoten en un papel su nombre y, a continuación, un rasgo positivo de su personalidad que ellos consideren que les defina. Por ejemplo, pueden poner su nombre y a continuación, amable, simpático, ordenado…

El objetivo no es solo fijarnos en nosotros mismos, sino también en el mundo que nos rodead. En este ejercicio el pequeño también debe anotar en la otra cara de la hoja el nombre de alguien que sea importante en su vida y lo que esa persona hace por él. Por ejemplo: “mamá, amor”.

Existen otras modalidades del conocido como “juego del nombre”. Por ejemplo, los mayores pueden escribir su nombre y asociar a cada letra una característica con la que se sientan identificados.

2. Responder a una acusación

Aprender a reaccionar es otra de las facetas que trabaja la psicología emocional para regular las emociones. Y qué mejor ejercicio que simular una acusación y pensar cómo actuarían frente a la misma. El monitor, tutor, padre o profesor puede inventarse un cuento en el que una persona es acusada de algo. Lo interesante es que los niños y los jóvenes se sientan identificados con los personajes.

A continuación, cada uno de los participantes debe explicar cuál hubiese sido su reacción. De esta manera, puedes hacer una clasificación según las respuestas, desde los más conciliadores a los que buscan el conflicto y abrir así un debate en el que todos participen. Evidentemente, hay que ayudarles a reflexionar para llegar a la conclusión que el camino correcto es la conciliación.

3. Escribir ellos mismos la historia

Si primero les hemos planteado una situación hipotética a partir de la cual se ha creado un debate, ahora deben ser ellos quienes se inventen una historia. En ella ha de incluirse el contexto en el que se crea una acusación y qué solución aportarían ellos. Lo mejor es que este ejercicio lo hagan en grupo y mejoren la asertividad.

4. Verbalizar ideas y valores

El objetivo de este ejercicio es desarrollar empatía, y para ello es importante escuchar y conocer al otro. Se pueden repartir fotos o recortes para que cada participante elija dos. A continuación, cada uno explica las ideas que les sugieren, sus valores, las razones para elegir esas piezas y no otras, etc. De esta manera conseguimos que mejoren la eficiencia de la comunicación y el respeto hacia los demás.

5. Grupos de debate

Este ejercicio de psicología emocional está enfocado a niños un poco más mayores o adolescentes. Aunque también podría aplicarse a los pequeños. Se trata de una dinámica grupal en la que se plantea un debate sobre inteligencia emocional o valores. A partir de ahí, los participantes han de argumentar a favor y en contra. El objetivo es encontrar sinergias y una solución consensuada. De esta manera, aprenden a trabajar en equipo.

6. La conocida como “rueda de la vida”

Es un ejercicio muy habitual para desarrollar la inteligencia emocional y nuestro crecimiento personal. Nos permite saber dónde estamos y dónde queremos llegar. Se dibuja un círculo en el centro de un papel y se escribe aquello que quiere trabajarse o lo que se desea. A continuación, se escriben las variables asociadas al objetivo, incluso las áreas que necesitan trabajarse para conseguirlo.

Por ejemplo, si un joven quiere “ir a la universidad”, debería incluir como aspecto a trabajar “instituto” y la manera de conseguirlo sería “estudiar”. Y así con todos los aspectos de su vida que puede enumerar para, después, hacer una clasificación de prioridades.

Este tipo de ejercicios está más diseñado para adolescentes y jóvenes, no tanto para niños más pequeños.

7. Comunicación no verbal

Las personas no solo nos comunicamos con palabras, sino que también lo hacemos a través de gestos, de posturas y de miradas.

Para desarrollar la escucha activa y la comunicación interpersonal, puedes colocar unas sillas que formen un círculo. Los participantes han de sentarse dos minutos en cada sitio y después cambiar. Primero habla uno y el otro ha de escucharle de forma activa. Fijándose tanto en su lenguaje verbal como en el no verbal. Después, los roles se intercambian. Cuando hayan pasado dos minutos se cambian de sitio para seguir el ejercicio con otro participante.

¿Qué conseguimos con la psicología emocional?

Con estos ejercicios para desarrollar la inteligencia emocional, consigues ayudar a los niños y a los jóvenes a gestionar mejor los conflictos, tanto en casa como en el aula. Aprenden así a canalizar sus emociones y a conocerse mejor a sí mismos.

Además, también logran elevar su autoestima y reforzar sus rasgos más positivos. Aprenden a perder el miedo, lo que les ayudará a reforzar su talento, a descubrir sus virtudes y a desarrollar emociones positivas y sus propias fortalezas. Ten en cuenta que la adolescencia es una etapa en la que los jóvenes experimentan grandes inseguridades. También mejoran su capacidad de socialización y su empatía. Y es que las personas somos seres sociales.

En definitiva, gracias a las técnicas de psicología emocional conseguimos que los niños y los jóvenes se desarrollen y refuercen su inteligencia emocional para tener una vida más plena.