El desarrollo psicomotor engloba todas las habilidades que el niño adquiere a lo largo de su infancia. Se trata de una evolución que se desarrolla desde bebés, durante toda la infancia y parte de la edad adulta. Pero, ¿en qué consiste este proceso de maduración? ¡Te lo contamos a continuación! Y si buscas una titulación que te especialice en esta área, puedes formarte con este Máster en Atención Temprana + Máster en Coaching y en Inteligencia Emocional Infantil y Juvenil
Índice de contenidos
¿Qué es el desarrollo psicomotor?
El desarrollo psicomotor se basa en la adquisición de habilidades durante la etapa de la infancia. Es decir, es el proceso mediante el cual el niño aprende a moverse, hablar o distinguir personas y objetos, entre otras capacidades.
La psicomotricidad equivale a la maduración de estructuras nerviosas (cerebro, médula, músculos…). Obviamente, esta evolución puede variar en cada caso, ya que depende de varios factores como la genética, la personalidad o su potencial.
Cómo saber si el desarrollo psicomotriz evoluciona correctamente
Pero, ¿de qué forma aseguramos que el niño adquiere el desarrollo psicomotor adecuado? Evidentemente, el pediatra y especialista debe revisar esta evolución para valorar si todo avanza correctamente y detectar problemas si los hubiere.
De todos modos, existen una serie de indicaciones que pueden utilizarse como referencia para tener una idea de cuáles son las destrezas que adquieren los niños desde que nacen. Según la Asociación Española de Pediatría, el desarrollo psicomotriz desde el nacimiento hasta los seis años, avanza de la siguiente forma:
Desde su nacimiento hasta los seis meses
Desde que nace, el bebé suele mantener la posición fetal que tenía en el interior de la madre. Con el paso de los días, poco a poco, irá adoptando otras posturas e irá estirando su cuerpo.
A partir de los dos o tres meses, el bebé tendrá una mayor coordinación e irá tomando un mejor equilibrio. Por ejemplo, ya podrá sentarse y sostenerse más o menos bien. Asimismo, sujetará la cabeza, sabrá seguir con la mirada y balbucear. Durante esta etapa, los bebés van aprendiendo a producir sonidos y a expresarse con gestos. Una vez cumplen ya los seis meses, aproximadamente, comienzan a articular consonantes como la m, la b o la t. Igualmente, comienzan a ser curiosos y va aumentado su interacción con el entorno.
En este periodo, el llanto y la risa serán las principales formas de expresión del recién nacido. Cuando esté más despierto, empezará a identificar las personas de su alrededor
Desde los seis hasta los 12 meses
El desarrollo psicomotor desde los seis meses hasta el primer año de vida se caracteriza por varios aspectos. El bebé cada vez se maneja mejor en el movimiento; empieza a gatear y es probable que intente levantarse para empezar a caminar.
Por otra parte, en esta edad, el lenguaje no verbal cobra especial relevancia. Los bebés son más propensos a gesticular para saludar o negar con la cabeza, por ejemplo.
Además, en este periodo la identificación de las personas va a más y sus expresiones van acorde. Es decir, pueden reclamar a sus padres e, incluso, denotar que los extrañan en algún momento. Y, en relación a los objetos, es capaz de sostenerlos y de empezar a buscarlos y encontrarlos por sí mismo.
Desde los 12 hasta los 18 meses
Cuando el bebé tiene un año o año y medio ya sabe caminar y, además, puede ser capaz de subir escaleras. La expresión de su movimiento se manifiesta de distintas formas: puede empezar a correr o saltar con los pies juntos, por ejemplo.
En esta etapa, el niño también empieza a pintar y ya es más autónomo al sostener los cubiertos para comer. Asimismo, en este periodo, los niños comprenden mejor lo que se les dice, aunque aún no sean capaces de pronunciar palabras concretas.
En definitiva, en esta fase del desarrollo psicomotor, el bebé comienza a ser más independiente. Especialmente en lo que se refiere al movimiento e interacción con los demás. Igualmente, su curiosidad se incrementa cada vez más.
Desde los 18 meses hasta los dos años
Entre los 18 y los 24 meses el equilibrio del niño es mayoritariamente estable. Puede caminar sin ayuda y sujetar objetos con mayor precisión. Igualmente, come y bebe correctamente y va colaborando en los hábitos de aseo y vestimenta personal.
También, a partir de esta etapa, los niños ya son capaces de comprender y decir palabras reales. Incluso, pueden alcanzar unas 100 y, además, comienzan a crear frases cortas y a decir su propio nombre.
Otro rasgo característico de este periodo del desarrollo de habilidades psicomotrices, es que los niños son propensos a imitar las acciones de los padres y personas que les rodean. Igualmente, pueden recrear estas situaciones jugando, por ejemplo. A esta edad, les encanta interactuar con los demás y comienzan a interesarse por juntarse con otros niños de su edad.
De los dos hasta los tres años
Llegados a este punto del desarrollo psicomotor, el equilibrio del niño es totalmente estable. En este sentido, ya pueden hacer otros ejercicios como saltar con un pie o montar en triciclo, entre otros. Asimismo, se manejan cada vez mejor con las manos y, por tanto, pintan y dibujan estructuras con mayor sentido. Es decir, las habilidades de psicomotricidad fina han ido progresando adecuadamente
Cuando el niño tiene de dos a tres años, su curiosidad se multiplica y cada vez le gusta más jugar con otros niños y hacer muchas preguntas sobre todo y todos. Además, en estas edades, en lenguaje se amplia mucho más, hasta el punto de que llegan a conocer unas 500 palabras. Al expresarse, lo hacen con frases cada vez más largas y saben adaptarlas a los tiempos verbales. En este caso, es importante comprobar que lo hacen correctamente y, en caso de producirse errores de pronuncia, corregirles para evitar que desarrollen ese hábito.
En este periodo y más allá de los seis años, también es importante trabajar la psicomotricidad gruesa para fomentar el control del cuerpo. Hacerlo desde una temprana edad hará que los niños fortalezcan más sus músculos y sea más ágiles. Las carreras de obstáculos, el uso de la bicicleta, saltar o correr son actividades que potencian la motricidad gruesa en la etapa infantil.