Las relaciones que vamos formando desde la infancia crean vínculos determinantes en nuestra personalidad. Así, hay personas que sienten un apego seguro hacía alguien o algunas que pueden tener un apego evitativo. Hoy queremos hablar sobre los diferentes tipos de apego que pueden condicionar la vida de las personas. Si quieres aprender de este tema de manera profesional puedes formarte en Crianza y Desarrollo Emocional y profundizar en ello.

 ¿Cómo se genera el apego evitativo?

Todas las personas estamos filogenéticamente estructurados para construir vínculos emocionales hacia con todo. Primeramente, creamos lazos con nuestros cuidadores y con aquellos que nos proporcionan seguridad. Estas relaciones, según investigaciones, se pueden mantener estables a lo largo del crecimiento, aunque también es posible modificarlas. Para ello, la educación posterior y ciertas circunstancias significativas influirán.

En este sentido, como los cuidadores no atienden con consistencia las necesidades de su bebé influyen decisivamente en él. Cuando lo hacen mal, inconsistentemente o de manera poco fiable, el pequeño aprende a enfrentarse a su realidad. Lo hace desprendiéndose del interés por esa persona. Si la madre o el padre los desatiende, el bebé deja de reaccionar emocionalmente ante su presencia. Ni siquiera se altera cuando ella o él se marchan y lo dejan solo. O, en otros casos sufre, pero disimula. Reprime e inhibe estas manifestaciones externas, algo que le genera graves consecuencias afectivas en su futuro.

Ahora bien, el apego evitativo se refleja en una persona cuando huye constantemente de sus emociones. Generalmente, como consecuencia de que su cuidador o cuidadora en la infancia no satisfacía sus necesidades afectivas. Es decir, cuando no hubo un afecto habitual o notorio en sus relaciones. Es probable que no lo hayan hecho por maldad, pero se mostraban nerviosos, inseguros o bloqueados al hacerlo.

Esta falta de cuidado emocional provoca en una vida adulta una falsa seguridad. Son personas que se dicen autosuficientes, pero que saben ocultar sus vulnerabilidades y carencias. Incluso son capaces de transmitir seguridad a otras personas, pero lo hacen negando sus emociones.

Manifestaciones del apego emocional evitativo

Las personas que tienen este tipo de apego presentan una autoestima elevada, se ven capaces de todo y actúan en consecuencia. Sin embargo, suelen tener una imagen negativa de los demás. A partir de su experiencia de la infancia, los perciben como inseguros y poco fiables. Aquí es cuando aparece el apego rechazante. Este hace a los individuos capaces de desenvolverse con éxito en ámbitos racionales y objetivos, como en los estudios y el trabajo. Pero, fracasan en las relaciones íntimas, ya que su parte emocional está bloqueada o desconectada. Y es que, de alguna forma, no terminan de lidiar con sus emociones.

Si conoces a alguien con estas características, podrás ver que adquieren dos posibles patrones de comportamiento con los demás:

  1. Marcan distancias para prevenir su rechazo. Se protegen constantemente.
  2. Buscan una relación emocional pero se sienten incómodos con ellas. Su temor a ser heridos los aleja y les provoca mucha inseguridad.

Por ejemplo, una persona que ha crecido con estas carencias afectivas, cuando le preguntan cómo se siente, solo sabe responder bien o mal, no sabe distinguir emociones. Ni siquiera consigue diferenciar entre la decepción, el enfado o la tristeza.

Diferencia del apego seguro y evitativo

El apego seguro es sano porque forma niños y niñas confiadas y tranquilas. Sus padres y madres siempre se han mostrado accesibles, fiables y cercanos para ellos. Por ello, se convierten en personas equilibradas y capaces de explorar el mundo y sus emociones.

En cambio, los pequeños que sufren del apego evitativo se sienten despreciados, decepcionados y viven desconectados con sus emociones.

En cuanto a las relaciones en pareja, ambos casos son muy diferentes. Las personas seguras mantienen relaciones positivas, plenas de confianza y realistas. En los segundos, se viven relaciones de distancia, desconfianza crónica, miedo a la intimidad y tendencia a la ruptura.

Como ves, las relaciones creadas en la infancia puede influir mucho en la vida adulta de una persona. Por esta razón, es importante no juzgar el comportamiento de nadie, ya que pudo tener experiencias que la hayan marcado y por eso reaccione de cierta manera. Recuerda, no es posible cambiar a alguien sin el respaldo de profesionales.