Ayudar a que los adolescentes mantengan su autoestima alta es muy importante para fortalecer su estabilidad emocional, mental y social. Esto no es una tarea fácil, ya que ciertas experiencias vividas pueden traer inseguridades y miedos que modifican el amor propio de los jóvenes.
Por ello, en este post explicaremos cómo potenciar el autoestima desde la juventud y la importancia de fortalecerla en todo momento. También puedes saber más sobre este tema formándote con nuestra Maestría en Psicología Infantil y Adolescente, y especializarte en este ámbito.
Índice de contenidos
¿Cómo se trabaja la autoestima alta en la etapa adolescente?
Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), la autoestima se forma con los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que se van formando sobre la propia imagen durante toda la vida. Estas concepciones y emociones pueden ser beneficiosas, dando pie a una autoestima sana o, por el contrario, puede surgir una autoestima baja por los pensamientos negativos infundados.
Aunque la autoestima se forma desde que nacemos, el momento de la adolescencia es cuando más se consolida una autoestima alta, ya que los cambios son más evidentes y fuertes. Esta es la razón por la que debemos estar atentos a las necesidades, inquietudes y conflictos internos de los jóvenes para que su amor propio no se vea afectado a lo largo de su vida.
Por lo tanto, el Colegio Oficial de Psicólogos (COP) ofrece algunos consejos a los progenitores para desarrollar la autoestima en los adolescentes. A continuación, te los mencionamos.
Marca límites respetando su espacio
La adolescencia es el momento en que los jóvenes requieren más espacio para autodefinirse y explorase. Por eso, es fundamental respetar su intimidad, pero siempre estableciendo los límites adecuados.
La intención es que el adolescente pueda sentirse independiente y experimentar por sí mismo, pero que entienda que aún depende de sus tutores en ciertos aspectos. Bajo este contexto, debe seguir unas estructuras y normas claras en cada situación.
Desarrolla la complicidad
Adentrarte al mundo de tus hijos adolescentes te ayudará a comprenderlos mejor y, por tanto, ayudarlos. Hacerles ver que conoces y te importan sus rutinas, sus amistades, intereses y aspiraciones, fortalecerá su autoestima. Pero recuerda, siempre desde la complicidad y no desde la imposición.
Esa comprensión entre ambos estrecha lazos, potencia la confianza y también facilita la madurez en los jóvenes.
Reconoce sus cualidades para una autoestima alta
Valorar sus talentos, cualidades y aficiones y elogiarles por ello es muy importante para que tengan una autoestima alta desde la adolescencia. Lo mejor es reconocerles sus buenas acciones con absoluta sinceridad. No sirve de nada hacerles creer cosas que no son, porque no lo van a tomar en serio y esto tendrá consecuencias negativas.
Además, el elogio hacia ellos debe ser tanto físico como psicológico, destacando su apariencia, fortaleza en su carácter y personalidad.
Valida sus sentimientos
Otro aspecto importante para mantener el autoestima alta de los jóvenes es aprender a escucharlos, ponernos en su lugar y empatizar con sus emociones y sentimientos. Así, si dicen que se sienten mal con ellos mismos, hay que mostrar una actitud comprensiva y de apoyo, mostrando interés y escucha activa en todo momento.
Evita la perfección
Es muy importante que tengas en cuenta que exigir en exceso nunca es bueno, y más en una etapa como la adolescencia que todo puede rozar la perfección. Como padres y madres, es fundamental que eviten en sus hijos las frustraciones para que su autoestima no baje. Siempre hay que valorar lo que son, lo que logran con esfuerzo y corregirles, cuando sea necesario, de manera respetuosa, positiva y constructiva.
Cambia las actitudes sobreprotectoras
En cualquier etapa de la vida, la sobreprotección es contraproducente y puede provocar una falta de autoestima en la adolescencia. La razón de esto es que proteger en exceso hace que la persona se perciba como indefensa, dependiente e insegura.
Sin duda, está bien ayudarles, aceptar sus debilidades y comprender que no siempre las cosas salen como esperamos. Pero hay que evitar querer hacerles todo para que no salgan heridos o se compliquen la vida. Hay que ser un compañero en su proceso de vida, dejarles cometer sus errores y equivocarse para que aprendan a evolucionar como personas.